Hace rato que Adele está sonando en las radios nacionales y en los computadores amigos.
Puedes escucharla en una tranquila noche, para cortarte las venas (la primavera envejece a ratos), hacer más gratos los laburos de la U o pasar el rato.
De hecho, puse ésta canción para acompañar un par de malas noticias y un vago sentimiento "live me alone" en día domingo, cuando no sé como ser hija ni amiga. Y la nostalgia se me escapa.
(Me recuerda a: "Hablamos del tiempo para darnos cuenta de lo rápido que pasa" esa frase de Hipólito, en mi querida y
lamentablemente trillada "Amélie". Dato freak).
Es que la primavera envejece a ratos, pero curiosamente, Adele no te hunde en el pensamiento obsesivo de qué tan negativo puede ser tu día, si no que con sus tan acertadas letras, se sienta a tu lado.
Es la viva muestra de cómo a base nuestros fantasmas pasados se puede, envidiablemente, crear obras de arte, por ejemplo componer a base de un exquisito blues, siendo una de las grandes impulsoras del "Neo Soul" junto a otros artistas como Amy Winehouse, y conforma en cada melodía todo sentimiento de su historia, cómo si a los millones de espectadores nos abriera totalmente su corazón. Además, es una clara muestra de que el talento transgrede barreras socio-culturales.
Evidentemente, qué importa tu físico con semejante bozarrón!
