hoy no escribo para esperar rosas de admiración, comentarios de grandeza (o quizás hasta desprecio), o algo por el estilo.
No me interesa la atención.
Pero quiero trasmitir algo.
“Si le oras a Dios para que tu y tu familia pasen tiempo juntos ¿Crees que Dios te dará el tiempo, o te dará la oportunidad para que tu familia pasen tiempo juntos?
Cuando le oras a Dios por paciencia, Él no te dará la paciencia , sino que te dará la oportunidad para que aprendas a ser paciente…".
Todopoderoso 2.
Ana estuvo a punto de dejarse morir, porque mientras los desenfrenados gritos de su padre hacían que se desesperara, buscaba urgente y torpemente una manera de expulsar su enojo, resentimiento y hasta (en ese entonces) odio por aquél ser que le dió la vida. Si es que la moral se le escapaba de las manos, ambos se mataban. Pero cómo no, se ahorcaban con palabras afiladas que herían hasta el alma más fría. Pensaba en la ventana, en algo con filo, en algo silencioso... cosas que jamás viviría.
Ana se encerró en su pieza, gritó y lloró por más de una hora. pero un ser se le manifestó, le dijo que hay cosas peores en la vida, que no pasa nada, que se tranquilizara. Que por último lo hiciera por él.
Ana lloró hasta escucharlo entre sus ahogos. y cesó.
Y rogando a Dios entre lágrimas silenciosas, esperaba que de alguna forma se le explicara por qué ésta vez era justo que lo viviera.
La oportunidad de saberse perdonada y la capacidad de disculpar, aquél don que creemos que tenemos por naturaleza (pero que se rompe con cualquier pequeña abertura en el corazón) estaba ante sus ojos, esperando que Ana abriera la puerta.
El resto fue cosa de ella.
Nunca más esperen una respuesta, porque al respirar y mirar al costado sabrán que la fuerza divina en la que creen les está mostrando el camino a seguir.
Los humanos estamos continuamente expuestos al dolor, somos sumamente propensos a las inestabilidades de la vida.
Pero la próxima vez que vean que su mundo se desmorona, al llamar a Eso a su corazón, sabrán que si abren los ojos estará la salida.
"Todos los días Dios nos da un momento en que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices. El instante mágico es el momento en que un sí o un no pueden cambiar toda nuestra existencia." — Paulo Coehlo.