“Los únicos regalos del mar son golpes duros…
Y cada tanto, la oportunidad de sentirse fuerte.
No conozco mucho el mar, pero se que es así.
Y también sé que es importante, no necesariamente ser fuerte,
sino sentirse fuerte, para medirse a si mismo, al menos una vez.
Para encontrarse en las condiciones más primitivas y enfrentar la ceguera
y la sordera, a solas, sin nada que te ayude
salvo las manos y la propia cabeza”.