Así que aquí estoy...
Perdida como la última vez, perdida junto a la última vez.
No sé que palabra aliviará el tormento de haber pasado el límite del placer sin haber atado cabos sueltos, solo sé las palabras de la última vez que me tocó vivir esto.
Su fantasma sigue rondando, aunque cada vez menos, cada vez más difuminado entre la pena y la rabia, ante la impotencia y la inacción.
Y se disuelve, y pasan días, y todo suele ser normal otra vez. Abiertos para un nuevo comienzo, con nuestros nuevos rostros y nuestros nuevos acompañantes.
Pero tu fantasma vuelve repentina y sorpresivamente, una vez más.
Lo confieso, yací con innumerables hombres, bajo la influencia de millares de alcoholes y sustancias ilícitas, pero yací con ellos, decidí hacerlo.
Para olvidarte, para sacar esa sonrisa de mi mente, para olvidar tu figura ante la mía... y sobre todo, el amor tan inmenso e inquebrantable que te tenía.
¿Podemos realmente seguir nuestra vida? ¿Podemos realmente olvidar que alguna vez pensamos que solo tu y yo éramos la cura a nuestros males? ¿Que solo el uno con el otro podríamos evadir la cruda realidad que nos tocó vivir?
Lo dudo, lo niego.
Pero por mientras, por ti, por mi, simularé que es posible... hasta que el recuerdo amaine y el amanecer aparezca con nuevas esperanzas y caminos alternativos... hasta que tu recuerdo deje de penarme.
Hasta que pueda ser sincera con alguien más y proclamar nuevos y mejores amaneceres.
Hasta que te olvide.
