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29.9.12

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Tenía una lista mental preparada, pero la mente juvenil aún sabe que olvidar algunas cosas le sube la presión al día y mueve la no-consciencia, ese pedacito de transgresión auto-motivada.
Dije que le faltaba algo a mi vida, lo estuve masticando de cuando en vez... pero al ver el sol salir, sentir frío (a los huesos), arena en mis dedos. Me di
cuenta que a éste día le faltaba yo no más. Una auténtica, y  me di la bienvenida en la playa.

La única cursilería que conservo y tolero en mi vida, imperdonable, ir a la playa y dejar que la arena escurra entre mi puño. Me recuerdo que todo fluye, se deja ir, quieras o no. Y que es mejor que lo aceptes como tal, porque aquellos arcaicos cristales no esperaran tu autorización o a que te sientas capacitado, tienen que seguir su curso. Seguir diluyéndose, uno entre millones, pasar entre los dedos de alguien más, así como yo también, a veces, soy arena en los dedos de la existencia colectiva.
Con el tiempo, ésta pequeña aflicción, éste rasguño al alma, tan egoísta, tan humano, se volvió en un cosquilleo sensacional. Su suave fricción en mi piel, mientras se dejaba caer. Y así es como tengo placer en el adiós. Agradezco su divagar, llego a creer que sería molesto que se quedara más de lo necesario, y cae nada más.
El lado B, es que los que vivimos así, nos aburrimos de las cosas... de las personas... constantemente.








Todos caemos nada mas. Entre mitades y miradas. A dónde no sabemos dónde, dónde tanteamos un para y por qué, dónde sin entenderlo mejor, vamos siendo/viendo lo esencial.







fisgonéando desde

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