Nadie me había llamado cobarde.

Cada cierto tiempo, cada ciertas noches, sueño que un hombre joven desconocido me persigue, y yo, sabiendo que no quiere hacerme daño para intentar escapar, daba pequeños saltos pensando que podía volar. Desesperada y asustada.

Me mantengo unos segundos en el aire, levitando y vuelvo a caer, cada vez era más tiempo. Hasta que finalmente logro despegar y ver todos los techos de las casas, hasta volar cerca de las estrellas.

Pero al final del sueño, siempre termino extrañando al desconocido... preguntándome que era lo que quería de mí, y porque me perseguía. Con una sensación de nostalgia.