quise irme, con toda mi alma, lejos de aquí. No sabía qué empacar, así que tomé el maletín viejo de mamá (aquél que guarda olor hediondo a humedad y diez años de amor). Recogí pensamientos (en realidad siempre los llevo) y algunas bonitas ideas para el futuro, pero se marchitaron al echar encima con miedo las inseguridades. Los recuerdos son los que más me pesan. Ahora difícilmente podré volver a abrirla. Me corté un poquito al coleccionarlos. Ahora el maletín parece más viejo de lo que es.
decidí no llevar música, preferí los sonidos del eterno tictac, una mosca volando y un ansioso transantiago. Es que combinan con los gritos del volao' de la esquina.
me puse el vestido decolorado y un par de botitas de cartón (así al reflejarme en los escaparates jamás olvidaría mi nombre). Y dejé mis labios rotos al descubierto (así al reflejarme en una persona no podría volver a caer).
Un oscuro abrigo ocultará la armadura de burbujas de plástico que llevo, de esas que puedes reventar, quién tenga la paciencia de reventarlas una a una tendrá mi locura en sus manos.
Aunque no puedo dejar de dudar de lo último... últimamente todas las manos están ocupadas intercambiando distancia.
me da miedo mirar mis ojos, sé que la nostalgia es lo que menos pueden ocultar, pero temo a que se burle mostrando un rayito de la mujer que nunca seré.
estoy jugando a las escondidas con la realidad y la razón.
Hasta ahora no me han encontrado, pero debo admitir que (cómo todo ser humano), hize trampas. y por eso, el día de hoy, con el maletín en mano, he dibujado un último arbolito trillado y cerré la puerta tras de mí.
tengo miedo, porque las llaves las dejé adentro, de pura cobarde, de arrepentirme. Pero vi las caras de ellos en una ventanita, se veían felices, quise hablarles pero... no sé cómo volveré.