Cuando escuché por primera vez la palabra: "Gliceroaldeído", me gritó al oído.
Al igual de "choque".
Al igual que: "quedan dos semanas".
La primera me extasió (y hasta mareó fastidiosamente) por sus múltiples contingentes significaciones según la RAE, Wikipedia, la profe de Biología (o de no se qué ciencia) y sobre un montón de vueltas que le dan un montón de inútiles tratando de definir una sola palabra, que con sólo pronunciar cada letra de su composición formal, nos arruina el día.
La segunda palabra, me impresionó al imaginarme un sin fín de carrusel y raciocinios que acudían a mi síquis..."Qué sucedió" "Están todos bien"... Especulaciones (la mayoría) nacientes de suposiciones y del "fluir del cahuin". No sin algo de pesadumbroso malestar, por su puesto.
Pero la tercera...
La tercera me atisborra y me vacía a la vez.
Me alegra, me entristece.
Aún no me deja de pasmar cada vez que la leo, digo, escucho...
Me enloquece. Ergo, me trastorna cada vez más.
Me absorta del mundo en esa consuetudinaria y predecible lágrima de una despedida que aún ni llega...
"Queda poco", dicen algunos....
Pero mi querido Señor E. Me enseñó (o al menos dejó ese impetuoso legado que después me reiteran en las aulas) que el tiempo es R E L A T I V O.
Entonces... si el tiempo es relativo... El tiempo es oro... el oro también es relativo... y hablando de oro... el sol también es relativo? Lo son las flores? Acaso soy yo relativa?
O soy, querido No-lector, un amalgama de día a día con toques de pasado y porvenir... de ideas preturbadas (ampolletas semi-alumbradas nunca impactando ni una mísera hormiga), de sueños, de saberes escolares que acabarán pronto, años de conocer personas así o asá, y siempre con un colador por la vida (cómo me repetía extenuantemente mi Señora M.)... Con un poco de limón y sal, y ese qué se yo?
Querido amigo, ¿Qué significa ésto?
Que si para tí el cielo es azul , para mí puede ser abisal ? o húmedo? o feliz?
Entonces porqué diantres me dicen que tengo mala una respuesta de matemáticas?
Y sin ir más allá, porqué me imperan (porque sí, estimado, a éstas alturas al menos unos tres ecos al día me ponen sal en la herida, sin dejarme opción que entregarme al dolor) que el tiempo que queda para el temido día del adiós como cual sangriento Juicio Final es exhuberantemente exiguo.
Ya, si sé..
Después de vaciarme explayando mis palpitaciones diarias... Después de liberar las emociones...
Siguen quedando dos semanas.
(Sólo que el Ater-Ego quería salir a pasear)
[Claro, y ahora se me vienen las palabras...]
