Y cierro una semana demasiado agitada para mi gusto. Una semana corriendo, gritando, animando, trabajando, pintando, bailando, etc.
Pero la pasé bien, al fin y al cabo, era el último aniversario escolar.
Claro que también hubieron un par de lágrimas... y lo más impresionante (me auto-sorprendió) fué la fuerza con que deseaba su abrazo y de nadie más.
Cómo quería correr, alejarme de todo, pero acercarme a tí...
Y créanme que me fue casi imposible reprimirme. Pues la situación está de mal en peor.
Y es bastante extraño cómo los sentimientos cambian, se oxidan y finalmente mueren marchitados. Pero aún así sigues sintiendo la necesidad de ese abrazo, ese apoyo.
¿Será amistad?
Creo que aún no se le inventa nombre. Y si ya tiene, por favor avisar.